P: Luis Montes: "Estamos sirviendo a un pueblo mártir"

Tras las Huellas del Nazareno, la serie de la Fundación EUK Mamie-HM Televisión sobre la persecución actual que sufren los cristianos en muchas partes del mundo, publica esta semana un nuevo y conmovedor testimonio. El que nos describe en esta ocasión el sufrimiento del pueblo iraquí es el P. Luis Montes, sacerdote y misionero del Instituto Verbo Encarnado. El P. Montes, en concreto, lleva veinte años en Medio Oriente, los seis últimos en Irak. El peligro – como nos va a relatar en su testimonio – es grande, pero este entregado religioso no se plantea abandonar Irak y a los cristianos iraquíes. Con la serenidad de quien ha meditado profundamente su decisión, afirma: “Estamos sirviendo a un pueblo mártir ¿Irnos? No, no, no, no”.


Con el corazón en la mano, el P. Luis Montes nos relata cuál es la vida diaria de un sacerdote en Irak, los ejemplos de perdón y de fe heroicos que recibe de los cristianos iraquíes, nos describe el sufrimiento de las familias… Describe también las dificultades de los cristianos para regresar a sus ciudades de origen, sembradas de minas antipersona que el Estado Islámico ha dejado escondidas incluso en juguetes o electrodomésticos… Habla de la actuación de las potencias extranjeras, que están usando al Estado Islámico para sus propios intereses: “La actuación de las grandes potencias ha sido muy desilusionante. Para mí, en muchos casos, es directamente criminal”.

El P. Luis pide dos cosas al concluir su testimonio: que recemos por los cristianos perseguidos y que demos a conocer lo que está pasando. LaP Luis1 Fundación EUK Mamie-HM Televisión lleva años comprometida en esta misión: trasmitir el testimonio de los testigos de la persecución; crear conciencia en todo el mundo de lo que están sufriendo por su fe; arropar a nuestros hermanos perseguidos con nuestro interés por ellos. Con ese objetivo nació esta serie –Tras las huellas del Nazareno– que descorre el velo que cubre, en la mayor parte de los medios de comunicación occidentales, la violenta persecución que en muchas partes del mundo sufren las comunidades cristianas. Pero no basta informar. Por eso la Fundación EUK Mamie-HM Televisión, a través de su proyecto “Despierta. Wake up” ha lanzado una concreta campaña de oración para esta Navidad: cada día, del 25 de diciembre al 6 de enero, encontrarás en nuestra Web y nuestro Facebook un nuevo banner con una petición y un propósito de oración por los cristianos perseguidos. ¡No dejes que pase un solo día esta Navidad sin acordarte de nuestros hermanos que sufren por su fe!


Hace solo unos meses que el P. Luis Montes se trasladó desde Bagdad al Kurdistán iraquí. En el Kurdistán, el P. Luis Montes reside en Erbil. Él mismo nos describe cuál es su misión allí: “Tengo que reiniciar todo el apostolado con los católicos de rito latino. Quedan pocos católicos locales de ese rito en Irak, es decir iraquíes, pero hay decenas de miles de trabajadores extranjeros que tiene muy poca atención pastoral. Finalmente, el obispo consiguió un grupo de sacerdotes que podemos trabajar con ellos. (…) La idea es reactivar ese apostolado, tanto en inglés como en árabe, en la capital de esa región, que Erbil, y después también Duhok, que es una ciudad importante, en Suleimaniya y en Kirkuk si se tranquiliza un poco. Está muy, muy peligroso en Kirkuk ahora”.


Reiniciar el apostolado con los católicos de rito latino en el Kurdistán, implica comenzar casi de cero, con la construcción de un templo que pueda ser la parroquia de rito latino en Erbil. El P. Montes explica: “En este momento no hay ni una sola parroquia de ese rito en todo el Kurdistán iraquí. Había una sola en Mosul, pero como ustedes se imaginaran, ya no existe. No solo porque ya no quedan cristianos en Mosul, sino porque el mismo templo, que pertenecía a los Dominicos, fue dinamitado y totalmente destruido por el Estado Islámico”.


Para que nos situemos, el P. Montes nos explica la situación que encontramos actualmente en Irak: por un lado, la guerra ha provocado un auténtico desastre económico en las zonas ocupadas o amenazadas por el Estado Islámico. Por otro, en la zona chiita del país, los atentados se suceden un día tras otro: “Desde el año 2003 hasta la fecha, se calcula un promedio de veinte atentados al día en el país. Es una absoluta barbaridad. Cuando decimos veinte atentados por día significa que en la capital hay un atentado prácticamente cada día. Y hay muchos atentados por semana o por mes. No es cinco atentados por semana, a veces hay cinco atentados en un solo día. El último dato oficial que me dieron en octubre del 2015, era que había habido 128 atentados en el mes. Es una situación durísima, de muchísima inseguridad”.


A pesar de los muchos atentados que sufre la capital casi cada día, el hecho de ser una ciudad chiita, ha evitado que el Estado Islámico pudiera ocupar Bagdad: “Desde el principio sabíamos que el Estado Islámico no iba a poder entrar en Bagdad, porque es una ciudad chiita. El Estado Islámico entró en las ciudades sunitas de la provincia de Anbar porque ellos le dieron la bienvenida al Estado Islámico cansados del desastroso gobierno del anterior primer ministro. Pero Bagdad es imposible que la tomen. De hecho, cuando entraron en Mosul, hubo un llamamiento de un líder para reclutar milicias, y se apuntaron 5000 voluntarios chiitas por semana. Es imposible que puedan tomar Bagdad, pero los atentados pasan todo el tiempo”. A veces son grandes atentados, como el ocurrido hace unos meses en el que un camión lleno de explosivos mató a más de 300 personas. Otras veces son atentados de menor escala. A veces es “simplemente” disparar a alguien por la espalda: “Esto hace que se viva todo el tiempo en un clima de inseguridad. Porque no es que atacan solamente las iglesias. Uno puede morir cuando va a comprar al mercado, o cuando está caminando, o en cualquier momento. Eso es algo normal, si bien nunca nos pasó nada (a los miembros de su comunidad). Ya son varios años, enterarnos de q
ue hubo un atentado en tal calle a tal hora, y fue dos horas después de que nosotros pasáramos. Eso es muy común. Pero bueno, también es cierto que literalmente no hemos sufrido ni un rasguño, aunque hemos estado cerca de algunos atentados. Dios nos protege, y Dios dirá cuando llega nuestra hora”.


La pastoral de un sacerdote en un país de Medio Oriente tiene sus propios desafíos: “Primero es hacerlo en un  país de mayoría musulmana y donde hay discriminación y persecución al cristianismo. Pero esto es común en prácticamente todos los países árabes musulmanes, incluso en los países llamados «moderados». Decir moderados es un eufemismo. Se dice P Luis3que Egipto es un país islámico moderado, pero todo los años hay decenas de atentados, que llegan a más de cien cristianos asesinados por su fe. No sale en ningún lado pero eso ocurre. A esto hay que sumarle la inseguridad de la ciudad de Bagdad, que complica las actividades pastorales evidentemente”. Pero el clima de inseguridad no frena el celo por las almas de los pastores. Ni frena a los cristianos, que siguen acudiendo a las parroquias a pesar de los atentados: “Aún así, uno piensa tantos atentados, tantas complicaciones, no se puede hacer nada… Pero no, no es que no se pueda hacer nada. Dentro de los muros la parroquia nosotros podemos hacer cantidad de actividades. En la práctica, nuestra vida como párrocos es parecida a los párrocos del resto del mundo. (…) Siempre claro, más limitado, con más cuidado. Tenemos guardias en la puerta. Salir a la calle es un riesgo. Visitamos casas y, a veces nos dicen: ayer explotó una bomba aquí cerca. Todo eso produce ciertas limitaciones. Pero, por otra parte, lo que uno tiene que hacer hay que hacerlo, por que sino, ¿para qué está ahí?”.


Los sacerdotes y religiosos presentes en Irak, ni s
e plantean abandonar Irak: “A veces nos preguntan por qué uno sigue ahí. Para nosotros es una pregunta extraña, ¿por qué nos vamos a ir?, ¿por qué hay peligro? Jesucristo dice: «Anunciad el Evangelio a todas las criaturas», no dice a los países donde no hay guerra o persecución. (…) Y, realmente, hay mucho para hacer. Así que, para nosotros, quedarnos es la única opción. Y es un verdadero honor, porque estar trabajando con confesores y mártires de la fe es algo que... Uno no es digno de semejante bendición. (…) Irnos cuando el pueblo cristiano nos necesita más nos parece una contradicción. Yo siempre digo una frase, cuando me preguntan qué hacemos nosotros en Irak, y yo pregunto qué hacen los que no están en Irak. Nosotros estamos sirviendo a un pueblo mártir, y eso es una gracia fantástica. ¿Irnos? No, no, no, no”.


Recuperar las ciudades tomadas por el Estado Islámico es fundamental y básico, pero hay que hacerlo con prudencia. Los cristianos tienen esperanza de poder volver a sus ciudades, pero no va a pod
er ser de inmediato. Primero hay que pacificar los lugares, terminar las batallas. Después, hay que eliminar todas las minas antipersona que el Estado Islámico ha dejado allí: “Ciertamente, el Estado Islámico hay que expulsarlo del país, porque esa gente odia a Dios y odia a los hombres. Imagínese, que en las ciudades que ellos han abandonado, se han encontrado muñecas y juguetes con explosivos dentro, para que cuando los niños los agarren, mueran”. No solo en los juguetes. El Estado Islámico ha dejado millares de bombas – incluso caseras – en los lugares más insólitos, como en los frigoríficos y otros electrodomésticos: “Para producir daños”, dice el P. Luis. Después está toda la labor de reconstrucción de estas ciudades: “Se calcula que el 60% de las casas fueron quemadas y el 100% de la iglesias quemadas o destruidas”. Con todo, la liberación de algunas ciudades de la llanura de Nínive ha hecho recuperar que los cristianos recuperen la esperanza de poder regresar a sus hogares: “Los que eran de Mosul no quieren volver, porque sus mismos vecinos musulmanes los traicionaron. Pero los de esos otros pueblos que eran totalmente cristianos si quieren volver”.


Es muy grave todo lo que está haciendo el Estado Islámico, pero es más grave aún la actuación de las grandes potencias, que están usando al Estado Islámico para sus propios intereses. La acusación es seria, pero fundada: “La guerra esta, la guerra en Siria, la invasión de Irak en el 2003, fue basada en mentiras: armas de explosión masiva que sabían que no existían. Ha sido una  guerra por intereses geopolíticos, petróleo, venta de armas… aunque se vende a la opinión mundial basados en falsas razones. Mucho más grave es lo que todavía está pasando en Siria, que se presenta una realidad de primavera árabe que nunca existió. Hay intereses por los que se quiere dividir a los países. Hay apoyo directo de algunas potencias regionales a los extremistas, a los yihadistas, a los terroristas… Potencias que son áreas de occidente. Esto hace que, humaname
nte hablando, no se vea solución al conflicto, porque ahí se sigue buscando la destrucción de pueblos enteros por meros intereses económicos. Es gravísimo que el Estado Islámico y los otros fanáticos religiosos blasfemen del Santísimo Nombre de Dios buscando la violencia en su nombre, es gravísimo. Pero es también de la misma gravedad o más la gente que, con saco y corbata, a miles de kilómetros de distancia,  apoya a esos terroristas para venderles armas, o para conseguir petróleo, o para mejorar la situación geopolítica, o para debilitar al enemigo…. Es gente que no se ensucia las manos, pero que tienen sucia el alma del daño que está haciendo. En ese sentido, en occidente, la gente común está siendo muy engañada. Se miente muy descaradamente, se dicen cosas que no son verdad. Hay un dicho que dice: «En la guerra, la primera víctima es la verdad». Nosotros lo vemos permanentemente”.


“Lo que han hecho estas potencias ha sido deplorable. En algunas cosas podemos decir que no lo podrían haber hecho peor. Se ha apoyado a gente extremista, a gente terrorista. Todo por meros intereses económicos. Son crímenes que claman al Cielo. En Siria están muy contentos con la actuación de Rusia porque al apoyar al ejército ha permitido dar un golpe fuerte al terrorismo. Y, de hecho, desde la entrada de Rusia en el conflicto, el terrorismo está en retroceso directo. Fuera de eso, la actuación de las potencias ha sido muy desilusionante. Para mí, en muchos casos, es directamente criminal”.


La gran pregunta es: ¿Estos países se van a recuperar? El P. Luis Montes no parece demasiado optimista: “No lo sabemos, el mismo Irak dicen que se va a dividir. Ya hay gente afuera, de estos que apoyan a los terroristas, que dicen que lo mejor es dividirlo. Da la impresión de que es lo que se buscaba desde el principio. Con Siria quieren hacer lo mismo. No sabemos lo que va a pasar. El nivel de confrontación, violencia y odio que se vive en estos países ahora mismo, no nos permite pronosticar que vuelva la unidad”.


El éxodo de los cristianos que ha abandonado Irak ha sido masivo. Antes de la guerra había más de un millón y medio de cristianos. En la actualidad quedan alrededor de 300.000. La inseguridad es tal, que es perfectamente comprensible que las familias quieran salir del país. Con todo, muchos de los que se han ido querrían regresar, porque la realidad que han encontrado es otra muy distinta a la que esperaban. El P. Montes espera que si la situación mejora, al menos algunos puedan regresar.


P Luis5La fe de estos cristianos es impresionante, su relación con Dios personal y profunda, su devoción por la Virgen llena de ternura. El P. Luis se emociona recordando algunos de los testimonios que más le han impresionado, como esos hombres a los que amontonaron en una iglesia rodeados por cinturones explosivos: Sabían que los iban a matar, y aún así, se ponían en pie para llamar a sus verdugos a la conversión y morían gritando “¡Viva la Cruz de Cristo!” La fe lleva a los cristianos a un perdón absoluto y completo. El P. Luis Montes recuerda algunos testimonios asombrosos: “Gente a la que el Estado Islámico le ha robado una hija pequeñita, y rezan por la conversión del Estado Islámico. ¡Es muy impresionante! Gente que lo ha perdido todo, y nos dice: «Yo le agradezco esto al Estado Islámico, antes yo vivía como un necio, preocupado por tonteras. Y una vez que lo perdí todo me acerqué a Jesucristo. O la mamá de dos de los coptos degollados en Libia, que tiene un testimonio que no se puede creer, porque encima es la mamá, más difícil. Ella ve en un video cómo a dos de sus hijos les cortan la cabeza en público, y lo ponen en un video para que todo el mundo lo vea. Cuando le preguntaron que haría si viese a los asesinos de sus hijos a la puerta de su casa, respondió: «Yo los invitaría a tomar un café, porque ellos introdujeron a mis hijos en el Reino de los Cielos». Esos testimonios son mucho más impresionantes que los del mismo martirio. Hay gente que le cuesta, gente que nos dice: «Padre, ayúdenos a perdonar» Pero, en realidad, terminan perdonando todos”. El Padre Montes, hace una reflexión sobre la verdadera libertad que es digna de ser meditada: “Gente con una libertad que demuestra que ellos son los verdaderos protagonistas porque, si uno lo ve humanamente, el que mata, el que obliga, el que expulsa… parece el protagonista, el que lleva una acción positiva. Pero, en realidad es todo lo contrario. Esos no son más que esclavos de Satanás, de sus pasiones. Los verdaderamente libres son esos cristianos que tienen ese poder incluso de perdonar absolutamente una ofensa que parece imperdonable. Tiene una semejanza con Jesucristo que es única”.


La labor de la Iglesia, siempre al lado de sus hijos, ha sido impresionante. A pesar de la cantidad de secuestros y asesinatos sufridos, obispos, sacerdotes y religiosas han estado en todo momento al lado de los fieles cristianos. Con las pequeñas ayudas que ha ido recibiendo, la Iglesia ha construido pueblos, escuelas… ¡Cómo se ha movilizado la Iglesia por el bien de sus hijos!


El P. Montes no se avergüenza de reconocer cuánto ha aprendido él, como sacerdote, de los cristianos perseguidos a causa de su fe: “Uno aprende todos los días allí. El sacerdote es un hombre pecador, como los demás, así que tiene que aprender de los demás. El tema está en que, en esos lugares donde los cristianos son perseguidos, uno aprende realmente mucho, es muy, muy patente. El ejemplo del perdón, por ejemplo, es muy fácil decir: yo tengo que perdonar. Es fácil perdonar al que me ha hecho una cosa pequeña, pero llegar a ese punto de perdonar cosas realmente graves, con semejante buena voluntad, alegría, paz y libertad, es una cosa que  a nosotros nos interpela. Lo que decía, esa sensación de indignidad. (…) Nos enseñan a vivir mejor no solo nuestro cristianismo, sino nuestro sacerdocio. El sacerdote tiene que ser víctima con Cristo víctima. Y uno aprende de ellos, que son víctimas reales”.


El P. Montes está convencido del bien que estos cristianos mártires están haciendo a la Iglesia entera: “Nosotros creemos en la comunión de los santos. LaP Luis2 comunión de los santos significa que el bien que yo hago aquí es un bien para toda la Iglesia. El bien que ellos están haciendo es enorme, porque ellos están sufriendo como Jesucristo: han perdido todo, los están matando. Esos bienes repercuten sobre todos. La deuda que nosotros tenemos con ellos es enorme, y lo que hacemos nosotros es tratar de reparar esa deuda un poquito”.


El P. Luis Montes ha descubierto dos cosas a fuerza de dar charlas en Occidente sobre lo que está pasando en Oriente Medio. En primer lugar, la gran ignorancia que existe sobre este tema. Y, en segundo lugar, el P. Montes descubre que la gente que le escucha responde con un gran interés y un gran deseo de ayudar. Y cuando estas personas preguntan qué pueden hacer concretamente para ayudar, el P. Montes responde que hay cuatro cosas que pueden hacer y que los cristianos perseguidos necesitan:


“Primero oración. Nosotros somos  cristianos, y para nosotros la oración no son palabras bonitas, es un dialogo real con Dios, y orar nos ayuda. Entonces, a todos les pedimos que recen por los cristianos perseguidos. En esto no hay excusa, todos lo pueden hacer, oración y sacrificio.


En segundo lugar, dar a conocer lo que está pasando, porque no se sabe. Uno lo puede dar a conocer en su casa, en su trabajo
, en su ambiente, compartiendo en las redes sociales. Hace cuatro años más o menos, yo estaba en Bagdad, y yo veía que me moría gente todos los días, casi todos lo días, y no salía en ningún lado. Si en un atentado no mataban a más de cuarenta personas, no merecía una noticia en un diario occidental. Si mataban a cuarenta o más, le P Luis4dedicaban un parrafito. Yo dije: no puede ser que a la gente no le interese, yo voy a poner lo que está de nuestra parte. Y fue así como comenzamos el blog y Facebook Amigos de Irak. Y descubrí cientos de miles de personas interesadas. (…) Es un gran consuelo para ellos, es difícil sufrir solos. Si ellos se saben acompañados, encuentran mucho consuelo. No solamente rezar, también dar a conocer, porque hay mucho interés, lo que pasa es que hay falta de información. Cundo uno hace un clic en «me gusta», o comparte una noticia, hace que 50 o 100 personas se enteren de esto, y entre esos cien, habrá diez que recen, y entonces, está haciendo algo enorme y un gran bien.


En tercer lugar, la ayuda económica. ¡Hay un país que reconstruir! Toda esta masa de refugiados hay que mantenerla: comida, medicinas, transporte para los chicos de la escuela, escuelas… Reconstruir ciudades enteras. En nuestros blogs usted tiene un PayPal, pueden mandar una donación, con poquita ayuda se puede hacer mucho.


Y por último, hay que decir lo que dijo Mons. Emil Nona, que era obispo de Mosul. Mons. Nona perdió toda su diócesis. La diócesis de Mosul literalmente desapareció, se quedó sin cristianos. Y decía: lo que pedimos a Europa nosotros es que no tenga miedo de proclamar el Evangelio de Jesucristo. Necesitamos una Europa fuerte en su cristianismo, que no tenga vergüenza de Cristo. Lo que nosotros pedimos es que cada uno viva realmente su fe cristiana, porque si vive su fe cristiana puede cambiar el mundo para bien. (…) El Estado Islámico es la muestra de hasta donde puede llegar el odio en el corazón humano cuando uno lo deja entrar. Eso se combate con la caridad de Cristo. La caridad es todopoderosa, porque Dios es Caridad. Por eso, nuestro deber como cristianos es proclamar nuestra fe, esforzarnos en ser santos, vivir mejor la caridad con el que tenemos al lado. Con eso podemos cambiar el mundo”.

 

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