- Published in Cambio de agujas
Cuando la palabra de Dios llega al corazón de un hombre de esta manera, le deja totalmente desarmado y a la misma vez hecho un esclavo de su amor.
Al llegar a Cork fui a la parroquia. Fui allí y puse mi cabeza y mis manos debajo del grifo. Sentía una necesidad de limpieza. Desde luego que lo que tenía que haber hecho era confesarme, pero después de dieciocho años alejado de ese sacramento, ni siquiera se me pasó por la cabeza hacerlo.
Unos días más tarde fui a hablar con un sacerdote a quien yo había observado y admirado desde una discreta distancia. Tenía un cierto vigor que me resultaba muy atrayente.
Muy pronto, la Eucaristía y el rosario formarían parte de mi vida diaria.