En esta meditación, Abelardo de Armas nos dice, que quien era Dios se abajó hasta hacerse esclavo. Y María se abajó hasta hacerse esclava. Quien contempla a este Niño en brazos de su Madre, en la humillación y pobreza de Belén, sentirá deseos de humildad que nacen del amor. La paz de Belén arraiga en la pobreza y humildad de corazón.