Contemplad a María: ¡Hágase!
En esta meditación, Abelardo de Armas manifiesta que ser santos es conformar nuestras vidas con la voluntad divina. Ser santos es, más que hacer la voluntad de Dios, convertirse en voluntad de Dios. Ésta es la excelsa santidad de la Virgen, quien nos admira al verla siempre actuando por designio divino.