10 minutos con Jesús: Es de buen nacido
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¿Has pensado alguna vez cuántas cosas te ha regalado Dios? ¿Le das gracias por ello? ¡Es hora de hacerlo!
¿Has pensado alguna vez cuántas cosas te ha regalado Dios? ¿Le das gracias por ello? ¡Es hora de hacerlo!
El P. Christopher Hartley, en «Palabras de vida desde la misión», explica que haga lo que haga, si no pongo amor, no vale para nada. Todo lo que llevemos a cabo, debemos hacerlo como un acto de amor a Dios, sin ponernos nosotros en el centro, haciéndonos pequeñitos y poniendo todo en sus manos. ¡Que cada día nuestro amor hacia el Señor crezca, para que un día, como S. Juan, podamos recostarnos sobre su pecho y descansar en Él por toda la Eternidad!
En el séptimo programa del bloque de Marcando el Norte sobre «Apocalipsis: La liturgia celeste», Beatriz Ozores Rey, licenciada en Ciencias Religiosas, reflexiona acerca del mal que actualmente acecha al mundo, representado en la Bestia del Apocalipsis, mal que intenta constantemente imponerse a sí mismo y quitar a Dios. Pero vemos cómo este mal ya ha sido vencido, y lo que tenemos que hacer los cristianos es estar dispuestos a perseverar hasta el final.
Francisco Martínez Peñaranda —autor del libro «Sin paternidad no hay libertad»— nos pone en guardia en este capítulo de «Un ancla en la tormenta» frente a las autoridades científicas y estadísticas. Reflexiona sobre la redefinición que están sufriendo diferentes aspectos científicos por parte de agentes que deciden lo que es o no verdad científica y que penalizan legalmente a todo aquel que piense, opine o diga lo contrario.
Pídele a la Virgen que te dé un corazón casto como el suyo.
¿Cuáles son los frutos que el Señor espera de mi vida? ¿Hay personas que a través de mí se han encontrado con Cristo? ¿Me importa la salvación de las almas? ¿Profeso mi vida cristiana sin miedos al qué dirán o soy un cobarde que no dice absolutamente nada y que me excuso en que «es lo que nos ha tocado vivir»? El P. Christopher Hartley, en esta homilía de «Palabras de vida desde la misión», nos interroga sobre estas y otras cuestiones, y nos exhorta a dar frutos de vida eterna.
«Vosotros, pues, orad así: “Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu Reino; hágase tu Voluntad en la tierra como en el cielo…”».
¿Has pensado alguna vez en el daño que puedes hacerte a ti mismo si eres vanidoso? En este cuento podrás aprender varias lecciones: la importancia de usar el sentido común, no dejarse llevar por lo que dice cualquiera porque nos pueden engañar y, sobre todo, la necesidad de fijarse en las necesidades de los demás y no solo en nuestra apariencia.
Señor, ábreme el corazón, para que, a pesar de mis miserias, me dé sin reservas a los demás.
En este podcast de «Palabras de vida desde la misión», el P. Christopher Hartley explica que, desde un punto de vista natural, la muerte es algo negativo porque implica la separación del alma y del cuerpo, pero si somos creyentes deberíamos estar deseando que este día llegara, como lo hicieron los santos, porque implica que vamos a ver el rostro de Dios. ¡Vivamos en serio esta vida para que aquel día no nos pille desprevenidos!
En este difícil momento, provocado por la pandemia del COVID-19, nos encontramos frente a situaciones de mucho sufrimiento, nos enfrentamos con la misma muerte. El Dr. José Luis Pérez señala que nuestra sociedad, tan acostumbrada a evitar la muerte, tiene el deber de tratar con dignidad al hombre tanto en la vida como en la muerte. Frente a esta situación, el cristiano se siente sostenido por la esperanza en la vida eterna.
No podemos dejarnos llevar por sentimientos falsos que nos llenan el alma de tristeza y nos separan de Dios. Arrojémoslos en el Corazón de Jesús y sigamos adelante.
«Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas. Y entonces verán venir al Hijo del hombre en una nube con gran poder y gloria.»
Utilizando una homilía del entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio, Galo Oria, en esta edición de «El galeón», indica que no podemos acostumbrarnos a ver el mal, que tenemos que convertir nuestros corazones al Señor pero siempre desde la esperanza que da Jesús; y nos trae a colación el testimonio de conversión de Faustino, un hombre que llegó a la fe después de quedarse parapléjico.
En el año 1640, durante la invasión de las tropas del Conde de Harcourt a Turín, un soldado francés, que se introdujo en la iglesia de Santa María del Monte, logró abrir el tabernáculo que contenía la píxide con algunas Partículas consagradas, pero salió del interior una línea de fuego que llegó a quemarle el rostro y los vestidos. La pequeña puerta del tabernáculo, presenta hasta hoy las huellas del forcejeo hechas por soldado.
En Trani, Italia, una mujer no cristiana, incrédula en cuanto a la presencia real de Jesús en la Eucaristía, robó una Hostia consagrada durante la celebración de la Santa Misa. Puso una Partícula consagrada dentro de una sartén llena de aceite. La Hostia comenzó a destilar una gran cantidad de sangre, llegando a traspasar el umbral de la puerta de la casa.
En este podcast de «Acompañando a Jesús», D. Sebastián García-Noblejas advierte que Jesús nos exhorta a la conversión y a realizar con obras lo que profesamos con los labios. Y, ante la existencia de los falsos maestros que quieren desviarnos de la Verdad, el Señor, que no abandona a su Iglesia, nos enseña una premisa, que tiene que ir acompañada de unos ojos sanos y un corazón limpio, y es: «Por sus frutos los conoceréis».
Jesús, mi corazón alegre contigo en la Cruz.
¿Qué sería de nosotros sin la energía eléctrica? ¿Te lo imaginas? En este podcast de «Reflexiones de un cura», D. Jorge González Guadalix hace una comparación entre la electricidad y el Espíritu Santo, afirmando que aunque no vemos la electricidad, sin ella no podríamos hacer muchas cosas. De igual manera, sin el Espíritu Santo en la Iglesia, tampoco nada tendría sentido; nos fue dado y garantiza la unidad, la eficacia sacramental, la marcha de la Iglesia… Sin Él no seríamos nada.
«Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos».
Gracias a la generosidad de nuestros bienhechores, hemos podido seguir hasta ahora. Pero las exigencias van siempre en aumento y con frecuencia surgen gastos imprevistos, como reparaciones, adquisición de nuevas máquinas, etc.
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