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"El sacerdote" te quiere ayudar a comprender la grandeza del ministerio que Dios ha confiado a algunos hombres que Él mismo ha elegido, para prolongar su misión en el mundo.
"El mismo Señor, para que los fieles se fundieran en un solo cuerpo [...], entre ellos constituyó a algunos ministros, para ofrecer el sacrificio y perdonar los pecados, y desempeñar públicamente, en nombre de Cristo, la función sacerdotal en favor de los hombres" (Presbyterorum Ordinis, nº 2).

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En este primer programa de «El Sacerdote», el P. José María Alsina Casanova nos habla sobre el sacerdocio y de cómo este es un reflejo del mismo Corazón de Cristo. Sólo se puede comprender el sacerdocio desde el amor inmenso de Jesús y desde el amor con el que Él se ofrece como víctima por nosotros al Padre. Los signos del Corazón de Jesús caracterizan la entrega total del sacerdote que debe dar la vida hasta el final unido a la cruz, siendo capaz de compadecerse de los pecadores y sabiéndose llamado a arder en el fuego del amor de Cristo.

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La ofrenda del amor 1/7

En este primer programa de «El Sacerdote», el P. José María Alsina Casanova nos habla sobre el sacerdocio y de cómo este es un reflejo del mismo Corazón de Cristo. Sólo se puede comprender el sacerdocio desde el amor inmenso de Jesús y desde el amor con el que Él se ofrece como víctima por nosotros al Padre. Los signos del Corazón de Jesús caracterizan la entrega total del sacerdote que debe dar la vida hasta el final unido a la cruz, siendo capaz de compadecerse de los pecadores y sabiéndose llamado a arder en el fuego del amor de Cristo.

El Corazón del mundo 10/10

En su último programa, Don Valentín Aparicio Lara nos habla del Corazón vivo que late en el sagrario. Tenemos la presencia real de Jesús en la Eucaristía gracias a los sacerdotes, porque sin sacerdotes el mundo se quedaría sin la Vida. Hoy en día cualquier dependencia es considerada “nociva”, pero no es así, necesitamos de los demás, y sobre todo ¡estamos necesitados de Dios!

Nada sin Dios 9/10

La misión del sacerdote es poner en el centro del mundo a Dios. Don Valentín nos ayuda a profundizar en el misterio del amor de Dios que nos quiere regalar su propia vida divina. El amor busca ser correspondido y no hay mayor sufrimiento que cuando es rechazado. El sacerdote que quiere llevar el amor de Dios al mundo primero ha de estar lleno de ese amor él mismo. Tampoco se trata de hacer muchas cosas sino de hacer lo que Dios quiere de nosotros, esa es la clave de la santidad.

Primero a tu madre 8/10

¡No puede haber un cristiano sin devoción a la Virgen María! D.Valentín Aparicio Lara, sacerdote de la Archidiócesis de Toledo, sabe que si no hubiera sido por Ella no habría llegado al sacerdocio. Nos anima a mantener una relación de confianza total con la Virgen y a no vacilar en acudir a Ella para pedirle consejo o buscar refugio y consuelo. La Inmaculada jamás nos defraudará, antes que a tu mejor amigo cuéntale todo a María, Madre de Dios y Madre nuestra.

Sintonizado con Cristo 7/10

Cuando quieres a alguien compartes todo con esa persona y buscas la manera de tener ese contacto aunque haya momentos de separación. Don Valentín nos enseña que la Iglesia tiene una oración universal que es la Liturgia de las Horas, que nos permite mantenernos en unión con Dios a lo largo del día. Es importante alimentar el fuego de nuestro amor para que nuestro corazón no se enfríe y no perdamos la íntima relación de amistad que Cristo quiere tener con cada uno de nosotros.

El Amor Divino 6/10

En este programa Don Valentín profundiza en el misterio de amor que se encuentra en la vida del sacerdote. Nos enseña que el celibato no es una renuncia al amor, sino la apertura del corazón a un amor más grande, un amor divino. Por eso el que vive sólo de Dios vive una vida plena y de esponsalidad con Jesucristo que le impulsa a dar de este amor a todos los hombres.

  • D. José García Hernández —sacerdote de la Diócesis de Alcalá de Henares—nos explica el verdadero significado del celibato sacerdotal, signo de entrega sin reservas a Cristo, para lo cual es necesario que el sacerdote tenga un corazón indiviso, es decir, sin divisiones, solo y exclusivamente para Dios. La misma entrega, el mismo amor que un marido pone en su mujer y en sus hijos, el sacerdote lo tiene que poner con toda la Iglesia. Y por ello, D. José García Hernández nos invita a preguntarnos: «¿Por qué al sacerdote se le pide amar tanto?».

     

     

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