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¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos hipócritas, que cerráis a los demás la puerta del reino de los cielos! Vosotros no entráis, y a los que quieren entrar no los dejáis.

Esforzaos en entrar por la puerta estrecha, porque os digo que muchos intentarán entrar y no podrán.

Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.

Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo.

Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible.

Si quieres ser perfecto, ve a vender todo lo que tienes y dáselo a los pobres; así tendrás un tesoro en los cielos. Luego ven y sígueme

Dejad a los niños y nos les impidáis que vengan a mí, porque de los que son como ellos es el reino de los cielos.

He venido a traer fuego a la tierra, ¡y cuánto deseo ya que arda!

La semilla que cayó en tierra buena es como el que oye el mensaje y lo entiende; éste da fruto, sea ciento, sesenta o treinta.