P. Félix López, SHM

En este bloque de «El Sacerdote» entrevistamos al P. Félix López, superior general de los Siervos del Hogar de la Madre. Recién cumplido su 25º aniversario de ordenación sacerdotal, el P. Félix reflexiona sobre importantes cuestiones de su sacerdocio. Durante siete programas, tocará temas fundamentales y profundos del sacerdocio: el misterio de la ordenación sacerdotal, la misión del sacerdote de hacer visible a Cristo, la llamada que el Señor le hizo siendo estudiante de Farmacia… También hablará de la Eucaristía, de la Virgen María, de la identificación del sacerdote con Cristo y de la confesión.

El abrazo del Padre Misericordioso

«El poder de la gracia de Dios puede vencer todo pecado». El P. Félix López —superior general de los Siervos del Hogar de la Madre— habla sobre el sacerdote y el sacramento de la reconciliación. Es en este sacramento donde podemos experimentar el perdón y la paz que proceden de las llagas de Jesús. El pecador experimenta, igual que el «hijo pródigo», el abrazo del Padre misericordioso que le invita a la conversión y a que no peque más. El P. Félix habla también de la importancia de la confesión para el mismo sacerdote.

«Mi alimento es su voluntad»

«El sacerdote tiene que tener los ojos fijos en Jesucristo». El P. Félix López —superior general de los Siervos del Hogar de la Madre— nos habla de la identificación del sacerdote con Cristo Sacerdote. Es en Cristo donde el sacerdote descubre su identidad, quién es, qué debe hacer, de qué manera... Para ello tiene que tratar mucho a Jesucristo vivo en la Eucaristía y leer mucho el Evangelio. Como Cristo, el sacerdote descubre que su alimento es hacer la voluntad del Padre.

La Virgen, mi Madre

«La Virgen ama a los sacerdotes, porque ama a Jesús en ellos». El P. Félix López —superior general de los Siervos del Hogar de la Madre— nos habla del papel de la Virgen en su vida, en su llamada y en su sacerdocio. Nos descubrirá también el misterio de María, la encarnación y el sacerdocio de Cristo: dos «sí» que se unen. La Virgen no se olvida del encargo que Jesús le dio desde la Cruz: —«he ahí a tu hijo»— y ejerce como madre. Esto lo hace de manera especial con los sacerdotes, a los cuales ama porque ama a Jesús en ellos. El P. Félix la experimenta sobre todo como Madre que ha estado siempre presente en su vida. Y alimenta este amor con la relación filial y cercana y con el rezo del Santo Rosario.

Mirarme en Él

«La Eucaristía y el sacerdocio son inseparables». El P. Félix López —superior general de los Siervos del Hogar de la Madre—, nos habla de cómo el Corazón de Jesús, tan lleno de amor, quiso instituir el sacrificio Eucarístico de su Cuerpo y de su Sangre para «perpetuar el sacrificio de la cruz», como dice el Concilio Vaticano II en la Constitución sobre la Liturgia. El P. Félix nos confiesa que, elevar la Hostia en la consagración, le ayuda a mirar a Jesús y a mirarse en Él, como en un espejo. Al ver a Jesús y su actitud de donación, se pregunta si él vive con esta misma actitud.

No puedo decirle que no

El P. Félix López nos habla en esta ocasión de su propia llamada al sacerdocio. Siendo monaguillo, al estar muy cerca del altar, preguntaba con frecuencia al Señor: «¿qué quieres de mí?». Pasó el tiempo y el Señor le salió al encuentro mientras estudiaba la carrera de Farmacia. Le llamaba a una entrega más grande. ¿Qué responder? «A un Dios que se ha dejado clavar en una Cruz por mí, yo no puedo decirle que no».

Hacer visible a Cristo

«El sacerdocio católico hace vivo y presente el misterio de Cristo sacerdote». El P. Félix López —superior general de los Siervos del Hogar de la Madre— nos habla de la gran responsabilidad y tarea que tienen los sacerdotes de hacer visible a Cristo. El sacerdocio es una manifestación del amor que Dios tiene por los hombres y el sacerdote está llamado a entregar su vida como Cristo la entregó.

Sacerdote para siempre

«Las manos de un sacerdote son las manos santas de un pecador». El P. Félix López —superior general de los Siervos del Hogar de la Madre— nos habla del día de su ordenación sacerdotal, del cambio que tuvo lugar en él y de la configuración con Jesucristo Sacerdote. Experimentó una inmensa alegría al oír las palabras «eres sacerdote para siempre». Le llenaba de asombro mirar después esas manos que habían sido consagradas y pensar: «estas manos son las manos santas de un pecador». Las manos de un sacerdote son santas y venerables porque son canales a través de los cuales Dios santifica y sigue trasmitiendo su vida divina.

Documentales

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