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"El sacerdote" te quiere ayudar a comprender la grandeza del ministerio que Dios ha confiado a algunos hombres que Él mismo ha elegido, para prolongar su misión en el mundo.
"El mismo Señor, para que los fieles se fundieran en un solo cuerpo [...], entre ellos constituyó a algunos ministros, para ofrecer el sacrificio y perdonar los pecados, y desempeñar públicamente, en nombre de Cristo, la función sacerdotal en favor de los hombres" (Presbyterorum Ordinis, nº 2).

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En este programa, D. Valentín Aparicio Lara nos habla de su experiencia al recibir el sacramento del orden y del regalo tan grande que fue para él. Nos explica cómo el que es ordenado sacerdote es transformado y, a pesar de sus miserias y pobrezas, Dios le elige y le consagra para poder obrar maravillas a través de él. El don del sacerdocio es poder participar en esa vida de felicidad que procede de pertenecer a Dios.

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Mi tiempo en el seminario

El P. José María Escudero, Misionero de Cristo Rey, considera el tiempo que pasó en el seminario como un tiempo de gracia, donde a pesar de la confusión teológica de esa época, pudo recibir una buena formación sacerdotal, además de ir curtiendo su fe y su vocación sacerdotal de cara al futuro. Si el sacerdote no se forma, ¿cómo va a formar a otros? Para que el sacerdote pueda guiar a otros es necesario que aproveche bien el tiempo de formación y que, una vez ordenado, siga formándose para poder así enseñar a todos los que quieran conocer la fe cristiana.

Quería dedicarme al deporte

El P. José María Escudero hoy es Misionero de Cristo Rey, pero cuando terminó el Bachillerato, empezó a planear su vida en torno al deporte, pues esto era lo que en ese momento más le atraía. Sin embargo, después de un campamento en los Pirineos con el P. José María Alba, SJ, fundador de la Sociedad Misionera de Cristo Rey y de la Unión Seglar de San Antonio María Claret, sus planes cambiaron. Gracias a un ejemplo de caridad heroica del P. Alba, el Señor le mostró que quería que él viviese lo mismo que había contemplado. Por eso, dejándolo todo, entregó su vida al Señor.

Un regalo para la humanidad

El sacerdocio no fue instituido solo para beneficio de la Iglesia, sino para auxiliar las necesidades de toda la Humanidad. El P. José María Escudero, Misionero de Cristo Rey, personalmente, de entre todas las misiones encomendadas al sacerdote, destaca dos: ser otro Cristo y llevar cuantas más almas posibles a Dios. Para lo primero es necesario hacerse cada día más pequeño, para que el Señor pueda crecer en el alma del sacerdote y así ser vivo reflejo de Dios. Y para salvar almas, el P. José María, ve importantísima la unión con Dios, por medio de la oración y los sacramentos, para amar como Él ama.

No huyáis de su llamada

D. José Luis Aberasturi ‒sacerdote, filólogo, filósofo y teólogo‒ nos invita a reflexionar exhaustivamente, en este último programa, sobre las consecuencias que supondría para la Iglesia la desaparición del orden sacerdotal. Evidentemente, serían negativas. Pero, ¿los cristianos somos conscientes de que esto podría llegar a pasar? ¿Hacemos algo para remediarlo? La Iglesia necesita la entrega de jóvenes generosos, la oración intensa de los seglares por los sacerdotes y la fidelidad de los que ya son sacerdotes para que los jóvenes encuentren en ellos una referencia. Sin los sacerdotes, la Iglesia entera pierde el acceso a los sacramentos, que son los que limpian, alimentan y fortalecen nuestra vida espiritual, que es ‒finalmente‒ lo más importante.

Manteneos en vela

D. José Luis Aberasturi –sacerdote, filólogo, filósofo y teólogo– aconseja a los que han sentido la llamada de Dios a ser sacerdotes, que si no van a dar su vida totalmente a Cristo y van a vivir mediocremente, que mejor no den el paso. Para ser sacerdote hay que estar dispuesto a entregarlo todo, ser fiel a lo que promete delante de toda la Iglesia el día de su ordenación, luchar cada día contra las tentaciones que le rodean, … Para que pueda llevar esto a cabo necesita de la oración y la Eucaristía, fuente de vida para el alma, estar muy unido a la Virgen por medio del Rosario, quien le ayudará en sus batallas, y confesarse frecuentemente. Se exige tanto porque en sus manos tienen un tesoro muy grande que no puede ser confiado a cualquier persona. Recemos para que todos los sacerdotes sean fieles hasta el final de su vida.

Prometemos fidelidad a Dios

¿Cuál es la misión principal del sacerdote? D. José Luis Aberasturi –sacerdote, filólogo, filósofo y teólogo– considera que las dos cosas más importantes para el sacerdote deben ser identificarse completamente con Jesucristo, hasta el punto de que solo se le vea a Él, y trabajar sin descanso para que el mayor número de almas se salven. Si el sacerdote no tiene esto claro, hay algo que va mal. El sacerdote no se ordena para preocuparse y vivir para sí mismo, sino para dar su vida hasta desgastarla por amor a quien le llamó, Dios, del cual obtiene la fuerza necesaria para levantarse cada día.

  • «El poder de la gracia de Dios puede vencer todo pecado». El P. Félix López —superior general de los Siervos del Hogar de la Madre— habla sobre el sacerdote y el sacramento de la reconciliación. Es en este sacramento donde podemos experimentar el perdón y la paz que proceden de las llagas de Jesús. El pecador experimenta, igual que el «hijo pródigo», el abrazo del Padre misericordioso que le invita a la conversión y a que no peque más. El P. Félix habla también de la importancia de la confesión para el mismo sacerdote.

     

     

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