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"El sacerdote" te quiere ayudar a comprender la grandeza del ministerio que Dios ha confiado a algunos hombres que Él mismo ha elegido, para prolongar su misión en el mundo.
"El mismo Señor, para que los fieles se fundieran en un solo cuerpo [...], entre ellos constituyó a algunos ministros, para ofrecer el sacrificio y perdonar los pecados, y desempeñar públicamente, en nombre de Cristo, la función sacerdotal en favor de los hombres" (Presbyterorum Ordinis, nº 2).

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En este primer programa de «El Sacerdote», el P. José María Alsina Casanova nos habla sobre el sacerdocio y de cómo este es un reflejo del mismo Corazón de Cristo. Sólo se puede comprender el sacerdocio desde el amor inmenso de Jesús y desde el amor con el que Él se ofrece como víctima por nosotros al Padre. Los signos del Corazón de Jesús caracterizan la entrega total del sacerdote que debe dar la vida hasta el final unido a la cruz, siendo capaz de compadecerse de los pecadores y sabiéndose llamado a arder en el fuego del amor de Cristo.

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Necesitamos sacerdotes santos

«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies». El P. Juan Antonio Gómez, Siervo del Hogar de la Madre, deja claro que el sacerdote no solo es fundamental para la Iglesia sino también necesario. Es justamente así como Cristo ha querido transmitir su gracia a las almas, a través de instrumentos dóciles, «pero especialmente sacerdotes santos». El P. Juan reitera la idea de que si los sacerdotes no buscan la santidad, tampoco van a ver como necesidad ayudar a las almas a buscar su propia santidad o buscar la unión con Dios. «Necesitamos que el pueblo de Dios rece por trabajadores para la mies».

 

Ser un hombre de Dios

En este programa, el P. Juan Antonio Gómez, Siervo del Hogar de la Madre, nos habla de la importancia de la vida de oración en el día a día del sacerdote. A raíz de este unión íntima con el Señor, el sacerdote puede realmente llevar a Cristo a las almas y ayudarlas en su relación con el Señor. El P. Juan resalta que el sacerdote no solo está llamado a decir palabras bonitas y teóricamente saber cosas de Dios, sino transmitir a Dios y darle vida a esas palabras. Esto solo puede suceder al tener una amistad íntima con el Señor a través de la oración.

 

Ahí tienes a tu Madre

Jesús entrega a toda la Iglesia a su Madre al pie de la cruz, pero concretamente a los sacerdotes; Juan la acogió en su casa como algo suyo. El P. Juan Antonio Gómez, Siervo del Hogar de la Madre, explica la figura del sacerdote como otro Cristo y cómo este está llamado a amar a la Madre de Dios como algo suyo. Compartiendo sus propias experiencias y vivencias, vemos cómo el P. Juan tiene muy claro que es Nuestra Madre la que forma el corazón del sacerdote a imagen del Corazón de Jesús. Él subraya la importancia que tiene en su vida la consagración a Ella cada mañana, que en último término consiste en ponerse bajo la protección maternal de la Virgen María. Ella forma al sacerdote.

La gracia de Dios pasa a través de mí

Para el P. Juan Antonio Gómez, Siervo del Hogar de la Madre, uno de los misterios más bonitos como sacerdote es administrar el sacramento de la confesión ya que en el momento de perdonar los pecados la misericordia de Dios se hace viva y palpable. En el sacramento, por la gracia que pasa a través del sacerdote, las almas encuentran la paz y la serenidad por la reconciliación con el Señor. El P. Juan nos habla de cómo invoca mucho al Espíritu Santo para que el Señor le pueda utilizar consolando y fortaleciendo las almas a través sus palabras.

Mis manos ya no me pertenecen

Ordenado a los 24 años, el P. Juan Antonio Gómez, Siervo del Hogar de la Madre, reflexiona en este programa - después de más de 28 años de vida sacerdotal - sobre el día de su ordenación.  Vivió este día con una alegría íntima, centrado en el Señor, y con el paso de los años profundiza cada vez más en lo que es ser «otro Cristo». Después de este momento, las manos ungidas del sacerdote ya no le pertenecen, están al servicio de Cristo y de la Iglesia, para llevar la misericordia de Dios a todos los hombres.

Dios me quería totalmente para Él

Jesucristo sigue llamando hoy a hombres pecadores para realizar su misión de salvación en el mundo. Dios ha querido servirse del hombre, del sacerdote, para llevar su gracia a los demás hombres. El P. Juan Antonio Gómez, Siervo del Hogar de la Madre, habla de su llamada particular al sacerdocio, la cual descubrió desde muy niño. Era monaguillo y al ver los ejemplos de buenos párrocos el deseo de ser sacerdote fue creciendo con la oración diaria y la recepción de los sacramentos. Aunque en unos momentos no quería la vocación para no ser «distinto de los demás», tenía la convicción de que Dios le había llamado a ser totalmente para Él.

  • D. José García Hernández —sacerdote de la Diócesis de Alcalá de Henares—nos explica el verdadero significado del celibato sacerdotal, signo de entrega sin reservas a Cristo, para lo cual es necesario que el sacerdote tenga un corazón indiviso, es decir, sin divisiones, solo y exclusivamente para Dios. La misma entrega, el mismo amor que un marido pone en su mujer y en sus hijos, el sacerdote lo tiene que poner con toda la Iglesia. Y por ello, D. José García Hernández nos invita a preguntarnos: «¿Por qué al sacerdote se le pide amar tanto?».

     

     

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